Llega 21 edición del Festival de Cine el ojO cojo a Madrid

por © Redacción-PRODUCCIONLATINA.com
El Festival Internacional de Cine el ojO cojo celebrará en noviembre en Madrid su vigésimo primera edición reafirmando su compromiso con la diversidad cultural, los derechos humanos y la inclusión. En 2004 nació en Madrid este certamen con un nombre extraño, casi torpe, que buscaba mirar el mundo desde un ángulo distinto. Ese nombre, el ojO cojo, quedó como declaración de intenciones: un festival que asume el desajuste como forma de ver, que elige los márgenes para proponer un diálogo intercultural a través del cine. Dos décadas después, la cita llega a su edición número veintiuno, en noviembre, con la misma voluntad de tender puentes entre culturas y de colocar en pantalla aquello que rara vez encuentra un espacio en el circuito más comercial.

El festival ha mantenido desde el inicio tres propósitos centrales: el cine como herramienta social y educativa, la apertura a voces emergentes y minoritarias, y la reflexión en torno a asuntos que atraviesan a la sociedad: derechos humanos, diversidad cultural, medioambiente, igualdad de género y memoria histórica. “El festival intenta dar múltiples miradas para que el espectador reflexione y saque sus conclusiones”, explica su directora, Amparo Gea, sintetizando una filosofía que combina proyecciones con debates, talleres y encuentros.

La programación de este año anuncia 28 títulos de 20 países diferentes, repartidos en varias secciones competitivas. En los largometrajes de ficción se verán seis producciones procedentes de China, Turquía, Estados Unidos, Argentina, Perú y México. Historias que giran en torno a los vínculos familiares, la resiliencia, el feminismo o los conflictos sociales, con un recorrido previo en festivales de Estambul, Sarajevo, Londres, La Habana, Mar del Plata y Lima.

El apartado documental reunirá siete películas de Francia, España, Alemania, Israel-Palestina, Haití, República Dominicana y Argentina. Los temas se adentran en la memoria histórica, la justicia social, el medioambiente o las tradiciones locales, títulos que ya han dejado huella en certámenes de Rotterdam, Locarno, Copenhague, Gijón, Sevilla, Kosovo, Montreal, San Diego y Oaxaca.

Los cortometrajes llegarán de Irán, España, Italia, Portugal, Alemania y México. Son diez piezas centradas en la infancia, la educación en valores, la inclusión social o la reinterpretación de tradiciones, algunas en clave de animación, otras con formatos más clásicos, todas premiadas en diversos festivales. Habrá además una sección de animación con cinco propuestas venidas de Emiratos Árabes Unidos, Argelia y Túnez, pensadas para un público joven y con temáticas como la aventura, la ecología, la solidaridad o la diversidad cultural, algunas con paso previo por Annecy.

Cada sección tendrá su jurado y sus propios galardones: mejor largometraje, mejor documental, mejor cortometraje, mejor dirección, además de premios del público y menciones que destacan la innovación y la capacidad de invitar a la reflexión. Los títulos concretos y las sedes definitivas de la edición 2025 se revelarán en las próximas semanas, pero la estructura general ya anticipa una edición variada y con fuerte presencia internacional.

La vigésimo primera edición incorpora también herramientas tecnológicas que amplían la experiencia. Una de ellas es VRChat, con cuatro salas virtuales temáticas —Europa, Juventud, Derechos Humanos y Medioambiente— a las que se podrá acceder desde cualquier parte del mundo. Allí, cada visitante contará con un avatar, rodeado de animaciones y música, en un entorno diseñado para la interacción y la inmersión. La otra novedad es una aplicación móvil que permite explorar la programación con filtros de país, género o temática, consultar el calendario y descargar la información para verla sin conexión.

Estas propuestas no sustituyen a la sala oscura, pero la complementan. Responden a la necesidad de descentralizar el festival, de acercarlo a quienes no pueden desplazarse a Madrid, de hacerlo más participativo. Se trata de un gesto coherente con el espíritu inclusivo que ha guiado al ojO cojo desde sus inicios, cuando decidió poner el cine al servicio de la reflexión crítica y la diversidad.

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