Criterion Collection respalda restauración de la película "El" de Luis Buñuel
- por © Redacción-PRODUCCIONLATINA.com

La restauración de "Él" (1953), la perturbadora obra de Luis Buñuel filmada en México, figura entre los lanzamientos anunciados por The Criterion Collection para noviembre. La edición incluirá una transferencia supervisada por Gabriel Figueroa Jr., hijo del legendario director de fotografía Gabriel Figueroa, responsable de la atmósfera visual del film, financiado por Producciones Tepeyac. Como material complementario, se incorpora un análisis del cineasta Guillermo del Toro y entrevistas de archivo con el propio Buñuel.
La película sigue la espiral de Francisco Galván (Arturo de Córdova), un aristócrata que conoce a Gloria (Delia Garcés) durante una ceremonia religiosa, obsesionándose inicialmente con sus pies. Cuando descubre que ella es la prometida de su amigo Raúl (Luis Beristáin), Galván intercepta el romance y se casa con ella. La luna de miel en Guanajuato marca el inicio de su paranoia: acusa a Gloria de infidelidad tras agredir a Ricardo (Rafael Banquells), a quien sorprende mirando por una cerradura.
El caserón donde confina a Gloria se convierte en una prisión. La vigila, la encierra bajo llave y llega a dispararle balas de salva. En un clímax de terror, intenta arrojarla desde un campanario. Tras huir, Galván la descubre con Raúl: esa noche, mientras duerme, trata de coserle los genitales con aguja e hilo. Gloria escapa definitivamente, reconstruyendo su vida junto a Raúl. Galván, hundido en la demencia, intenta estrangular a un sacerdote en una iglesia. La última escena lo muestra recluido en un monasterio, visitado años después por Gloria, Raúl y su hijo.
Buñuel declaró que "Él" era quizás la película que más reflejaba su personalidad. El director aragonés imprimió en Galván rasgos autobiográficos: desde su educación jesuita hasta su modo de caminar. El fetichismo por los pies, recurrente en su filmografía, aparece aquí como detonante. También rescató memorias de infancia: el agujero en las casetas de baño de San Sebastián —donde espiaba mujeres— se transforma en la cerradura que desata los celos de Galván; los tambores de Calanda, su pueblo natal, resuenan en la secuencia final.
El estreno fue traumático. Exhibida solo en tres salas mexicanas, permaneció tres semanas con reacciones inesperadas: "El público reía en los momentos que el realizador consideraba dramáticos", describe el texto. El productor Óscar Dancigers abandonó la sala "consternado". La crítica mexicana fue despiadada. La revista Cinema Reporter comparó el drama con las comedias de Juan Orol: "He aquí una película [...] actuada por el galán más en boga [...] y sin embargo, no obstante tratarse de un drama, provoca la risa". En Cannes, proyectada para excombatientes de guerra, hubo protestas. Jean Cocteau sentenció inicialmente que con "Él", "Buñuel se había suicidado" —aunque luego rectificó—.
Arturo de Córdova, entonces el galán más popular del cine mexicano, brindó en esta colaboración única con Buñuel lo que se considera "una de las mejores actuaciones de su carrera". Encarnó al burgués que encarna la doble moral católica, alternando entre la cortesía pública y la crueldad doméstica. El reparto incluyó a figuras como Aurora Walker (Esperanza), Carlos Martínez Baena (Padre Velasco) y Manuel Dondé (Pablo).
La restauración de Criterion devuelve esta obra "demasiado sofisticada y avant-garde en su momento" —hoy considerada una obra maestra— al lugar que Buñuel siempre reclamó para ella: un espejo oscuro donde reflejó sus obsesiones, desde la represión sexual hasta el desprecio a las convenciones sociales. Como testifica la escena final en el monasterio, la locura de Galván perdura, pero la película, tras décadas de incomprensión, ha encontrado por fin su redención.
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La película sigue la espiral de Francisco Galván (Arturo de Córdova), un aristócrata que conoce a Gloria (Delia Garcés) durante una ceremonia religiosa, obsesionándose inicialmente con sus pies. Cuando descubre que ella es la prometida de su amigo Raúl (Luis Beristáin), Galván intercepta el romance y se casa con ella. La luna de miel en Guanajuato marca el inicio de su paranoia: acusa a Gloria de infidelidad tras agredir a Ricardo (Rafael Banquells), a quien sorprende mirando por una cerradura.
El caserón donde confina a Gloria se convierte en una prisión. La vigila, la encierra bajo llave y llega a dispararle balas de salva. En un clímax de terror, intenta arrojarla desde un campanario. Tras huir, Galván la descubre con Raúl: esa noche, mientras duerme, trata de coserle los genitales con aguja e hilo. Gloria escapa definitivamente, reconstruyendo su vida junto a Raúl. Galván, hundido en la demencia, intenta estrangular a un sacerdote en una iglesia. La última escena lo muestra recluido en un monasterio, visitado años después por Gloria, Raúl y su hijo.
Buñuel declaró que "Él" era quizás la película que más reflejaba su personalidad. El director aragonés imprimió en Galván rasgos autobiográficos: desde su educación jesuita hasta su modo de caminar. El fetichismo por los pies, recurrente en su filmografía, aparece aquí como detonante. También rescató memorias de infancia: el agujero en las casetas de baño de San Sebastián —donde espiaba mujeres— se transforma en la cerradura que desata los celos de Galván; los tambores de Calanda, su pueblo natal, resuenan en la secuencia final.
El estreno fue traumático. Exhibida solo en tres salas mexicanas, permaneció tres semanas con reacciones inesperadas: "El público reía en los momentos que el realizador consideraba dramáticos", describe el texto. El productor Óscar Dancigers abandonó la sala "consternado". La crítica mexicana fue despiadada. La revista Cinema Reporter comparó el drama con las comedias de Juan Orol: "He aquí una película [...] actuada por el galán más en boga [...] y sin embargo, no obstante tratarse de un drama, provoca la risa". En Cannes, proyectada para excombatientes de guerra, hubo protestas. Jean Cocteau sentenció inicialmente que con "Él", "Buñuel se había suicidado" —aunque luego rectificó—.
Arturo de Córdova, entonces el galán más popular del cine mexicano, brindó en esta colaboración única con Buñuel lo que se considera "una de las mejores actuaciones de su carrera". Encarnó al burgués que encarna la doble moral católica, alternando entre la cortesía pública y la crueldad doméstica. El reparto incluyó a figuras como Aurora Walker (Esperanza), Carlos Martínez Baena (Padre Velasco) y Manuel Dondé (Pablo).
La restauración de Criterion devuelve esta obra "demasiado sofisticada y avant-garde en su momento" —hoy considerada una obra maestra— al lugar que Buñuel siempre reclamó para ella: un espejo oscuro donde reflejó sus obsesiones, desde la represión sexual hasta el desprecio a las convenciones sociales. Como testifica la escena final en el monasterio, la locura de Galván perdura, pero la película, tras décadas de incomprensión, ha encontrado por fin su redención.
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