Alex de la Iglesia: "Mi idea de orientar la producción hacia internet fue demasiado pionera"
- por © Redacción-PRODUCCIONLATINA.com
Hace casi ocho años que el director, guionista y productor vasco Alex de la Iglesia dejó su puesto como presidente de la Academia de Cine en España, al cabo de menos de dos años en el cargo. Ahora, en una entrevista con El Cronista, el autor de "El día de la bestia" y "Perfectos desconocidos" da algunas de las claves de aquella experiencia de gestión, que pretendió ser visionaria y chocó contra el miedo al cambio. "Mi lucha por empujar la producción cinematográfica hacia el modelo de Internet fue demasiado pionera. Intentando no ser pretencioso, se me ocurrió muy pronto algo que estamos viviendo ahora", afirma.
De la Iglesia considera que su anticipación le pasó factura: "Leí un discurso en la Academia en el que dije: 'Internet es el presente, no el futuro', y el siguiente presidente de la Academia me desmintió diciendo que Internet sigue siendo el futuro y no el presente… Es una pena que desaprovecháramos una oportunidad para posicionarnos como líderes, porque las plataformas hoy serían en su gran mayoría españolas y podríamos estar manejando el mercado. Pero no tuvimos la valentía de ser pioneros. Ellos no veían que Internet -vía Netflix, Amazon o HBO- podía ser rentable. Y, paradójicamente, hoy la industria no puede vivir sin esas plataformas online que han hecho resurgir la producción audiovisual en España, realmente. Por eso, en este negocio, a veces tener una buena idea puede ser un problema. Lo que importa es que estamos viviendo un momento apasionante gracias a una idea que me decían que no existía".
Por todo ello, resume el cineasta vizcaíno, "tenía que estar cuatro años y sólo estuve dos porque las cosas que quería llevar a cabo no reflejaban el espíritu de la mayoría, es decir, no conseguí representar a todos los miembros. Estaba, de alguna manera, buscando algunas cosas que el resto no entendía".
Cada vez más metido de lleno en la producción de películas de otros jóvenes talentos, Alex de la Iglesia reflexiona en la entrevista sobre las interioridades de la industria. "La gente piensa que dirigir una película es sentarse y decir: 'Vamos a hacer este plano y vamos a colocar aquí a los actores y ahora quiero que hagan esto'. Eso no es cierto. Es sólo un 5 % de lo que realmente supone filmar. Hacer una película es, primero, convencer a la gente de que esa idea que uno tiene merece ser desarrollada. Y te lleva aproximadamente un 80 % del tiempo convencer a los demás de que lo que vas a hacer vale la pena que exista. Luego está la búsqueda de la financiación, es decir, hablar con gente que no ama el cine, sino todo lo contrario: para ellos, el cine es algo accesorio o simplemente algo de lo que prescindirían pero que, desgraciadamente, necesitan por un tema de impuestos. Ser director de cine supone manejar esa jungla de opiniones que empujan energías contradictorias, para que salga todo bien. Y luego llega el momento en que la película se va a hacer y uno debe retomar aquello que ha olvidado. Te preguntas: “¿Para qué quería hacer yo todo esto?”, porque el mismo proceso de realización y financiamiento te termina comiendo como persona".
"¿Es más fácil -agrega en sus declaraciones a El Cronista- conseguir financiación con un guión malo? ¿Es más fácil conseguir financiación cuando das a los demás lo que quieren o cuando los convences de que eres lo que realmente ellos quieren? ¿Es fácil conseguir que alguien ponga dinero en algo que no quiere hacer? Porque, en el fondo, hay muchas situaciones en las que me veo empujado a pedir dinero a personas que no quieren hacer mi película, que no les gusta mi cine… Y tengo que convencerlos de que, a pesar de eso, lo que haga va a ser bueno para ellos. Ese juego absolutamente maquiavélico, demencial y terriblemente sutil ejerce una fuerza enorme que me seca y destruye, pero es necesario para llevar a cabo ese momento mágico y poético que es dirigir una película. Cuando uno se sienta a dirigir ya se ha enfrentado con unos 40 dragones, ha luchado en 35 batallas y peleado con 25 000 soldados. Y, de pronto, llegas al set y hay un actor que dice: 'No quiero decir esta frase porque no la veo'. La tarea de hacer una película es muy pequeña con relación a todo el infierno previo. Es la metáfora de 'El Señor de los anillos': como si Frodo, luego de llegar a Mordor -con todo lo que eso implicó-, de pronto se encontrase con que el lugar donde va a entregar el anillo no tiene una alfombrita donde apoyarlo. Creo que podrá soportarlo, ¿no? Eso es muy sano, porque llega un momento en que por fin uno se encuentra en casa, en el lugar donde quiere, y puede hacer la película con sus secuencias y sus actores. Claro que eso también es un infierno de lucha contra los propios deseos y limitaciones… Y uno encuentra que hay cosas con las que no sabe batallar".
Respecto del futuro de la creación audiovisual, el auge de las plataformas y las series televisivas que superan en calidad a muchas películas, De la Iglesia, sostiene que "estamos viviendo una revolución absolutamente sorprendente que no tiene parangón en el resto de la historia de la cinematografía. Como estamos
dentro de la vorágine, no nos damos cuenta. Pero la irrupción de Internet, de las redes sociales y de las nuevas plataformas está cambiando de 0 a 100 la industria. Estamos descubriendo que el cine se está convirtiendo en un lugar al que ir y en el que se proyectan películas mainstream, de espectáculo, que son el equivalente a los grandes parques temáticos de Disney. Luego, hay un cine alternativo cada vez más arrinconado que tiene su sitio en pequeñas salas pero que, a la vez, está siendo absorbido por las grandes plataformas de streaming a nivel mundial. Y después tenemos Internet, que es un lugar donde los
distribuidores buscan productos que llamen la atención, que se separen de ese producto mainstream que hacen los grandes estudios para los cines. Esta lucha es lo más apasionante que ha ocurrido en la historia del cine. Y es un fenómeno más que positivo. Es lo mismo que sucedía cuando llegó el correo electrónico: primero se pensó que no íbamos a escribir nunca más una carta y que tendríamos a todos nuestros amigos al alcance de un clic, pero al poco tiempo se comenzó a recibir una cantidad enorme de correo basura que nadie deseaba. Todo esto está ocurriendo en el mundo audiovisual: estamos viendo grandes películas, muy arriesgadas y apasionantes, mezcladas con mucho spam, con productos que no nos interesan".
En un reciente viaje a Argentina, el realizador vasco apuntó al deseo de hacer realidad un proyecto con el que ya naufragaron cineastas locales como Lucrecia Martel, la adaptación del comic "El eternauta", una intención que tal vez corra la misma suerte que su vieja idea de resucitar a "Santo, el Enmascarado de Plata" para el cine, y por el mismo motivo, su alto coste y la falta de interés de los inversores. "Llevo muchos años detrás de ese proyecto... No tengo la envergadura intelectual para filmar las grandes novelas argentinas, pero quizás sea a través del género del comic que me atreva a filmar una historia argentina. Llevar a la pantalla grande 'El Eternauta' sería fascinante porque, entre muchas otras cosas, no hay humor, una herramienta que uso constantemente para comunicarme. Siempre uso el humor pero, en el fondo, soy un tipo bastante triste. Para hacer la película sólo necesito dinero. Es una cuestión de tener el tiempo para encontrar al talento adecuado y solventar ese pequeño problema que es el capital".
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De la Iglesia considera que su anticipación le pasó factura: "Leí un discurso en la Academia en el que dije: 'Internet es el presente, no el futuro', y el siguiente presidente de la Academia me desmintió diciendo que Internet sigue siendo el futuro y no el presente… Es una pena que desaprovecháramos una oportunidad para posicionarnos como líderes, porque las plataformas hoy serían en su gran mayoría españolas y podríamos estar manejando el mercado. Pero no tuvimos la valentía de ser pioneros. Ellos no veían que Internet -vía Netflix, Amazon o HBO- podía ser rentable. Y, paradójicamente, hoy la industria no puede vivir sin esas plataformas online que han hecho resurgir la producción audiovisual en España, realmente. Por eso, en este negocio, a veces tener una buena idea puede ser un problema. Lo que importa es que estamos viviendo un momento apasionante gracias a una idea que me decían que no existía".
Por todo ello, resume el cineasta vizcaíno, "tenía que estar cuatro años y sólo estuve dos porque las cosas que quería llevar a cabo no reflejaban el espíritu de la mayoría, es decir, no conseguí representar a todos los miembros. Estaba, de alguna manera, buscando algunas cosas que el resto no entendía".
Cada vez más metido de lleno en la producción de películas de otros jóvenes talentos, Alex de la Iglesia reflexiona en la entrevista sobre las interioridades de la industria. "La gente piensa que dirigir una película es sentarse y decir: 'Vamos a hacer este plano y vamos a colocar aquí a los actores y ahora quiero que hagan esto'. Eso no es cierto. Es sólo un 5 % de lo que realmente supone filmar. Hacer una película es, primero, convencer a la gente de que esa idea que uno tiene merece ser desarrollada. Y te lleva aproximadamente un 80 % del tiempo convencer a los demás de que lo que vas a hacer vale la pena que exista. Luego está la búsqueda de la financiación, es decir, hablar con gente que no ama el cine, sino todo lo contrario: para ellos, el cine es algo accesorio o simplemente algo de lo que prescindirían pero que, desgraciadamente, necesitan por un tema de impuestos. Ser director de cine supone manejar esa jungla de opiniones que empujan energías contradictorias, para que salga todo bien. Y luego llega el momento en que la película se va a hacer y uno debe retomar aquello que ha olvidado. Te preguntas: “¿Para qué quería hacer yo todo esto?”, porque el mismo proceso de realización y financiamiento te termina comiendo como persona".
"¿Es más fácil -agrega en sus declaraciones a El Cronista- conseguir financiación con un guión malo? ¿Es más fácil conseguir financiación cuando das a los demás lo que quieren o cuando los convences de que eres lo que realmente ellos quieren? ¿Es fácil conseguir que alguien ponga dinero en algo que no quiere hacer? Porque, en el fondo, hay muchas situaciones en las que me veo empujado a pedir dinero a personas que no quieren hacer mi película, que no les gusta mi cine… Y tengo que convencerlos de que, a pesar de eso, lo que haga va a ser bueno para ellos. Ese juego absolutamente maquiavélico, demencial y terriblemente sutil ejerce una fuerza enorme que me seca y destruye, pero es necesario para llevar a cabo ese momento mágico y poético que es dirigir una película. Cuando uno se sienta a dirigir ya se ha enfrentado con unos 40 dragones, ha luchado en 35 batallas y peleado con 25 000 soldados. Y, de pronto, llegas al set y hay un actor que dice: 'No quiero decir esta frase porque no la veo'. La tarea de hacer una película es muy pequeña con relación a todo el infierno previo. Es la metáfora de 'El Señor de los anillos': como si Frodo, luego de llegar a Mordor -con todo lo que eso implicó-, de pronto se encontrase con que el lugar donde va a entregar el anillo no tiene una alfombrita donde apoyarlo. Creo que podrá soportarlo, ¿no? Eso es muy sano, porque llega un momento en que por fin uno se encuentra en casa, en el lugar donde quiere, y puede hacer la película con sus secuencias y sus actores. Claro que eso también es un infierno de lucha contra los propios deseos y limitaciones… Y uno encuentra que hay cosas con las que no sabe batallar".
Respecto del futuro de la creación audiovisual, el auge de las plataformas y las series televisivas que superan en calidad a muchas películas, De la Iglesia, sostiene que "estamos viviendo una revolución absolutamente sorprendente que no tiene parangón en el resto de la historia de la cinematografía. Como estamos
dentro de la vorágine, no nos damos cuenta. Pero la irrupción de Internet, de las redes sociales y de las nuevas plataformas está cambiando de 0 a 100 la industria. Estamos descubriendo que el cine se está convirtiendo en un lugar al que ir y en el que se proyectan películas mainstream, de espectáculo, que son el equivalente a los grandes parques temáticos de Disney. Luego, hay un cine alternativo cada vez más arrinconado que tiene su sitio en pequeñas salas pero que, a la vez, está siendo absorbido por las grandes plataformas de streaming a nivel mundial. Y después tenemos Internet, que es un lugar donde los
distribuidores buscan productos que llamen la atención, que se separen de ese producto mainstream que hacen los grandes estudios para los cines. Esta lucha es lo más apasionante que ha ocurrido en la historia del cine. Y es un fenómeno más que positivo. Es lo mismo que sucedía cuando llegó el correo electrónico: primero se pensó que no íbamos a escribir nunca más una carta y que tendríamos a todos nuestros amigos al alcance de un clic, pero al poco tiempo se comenzó a recibir una cantidad enorme de correo basura que nadie deseaba. Todo esto está ocurriendo en el mundo audiovisual: estamos viendo grandes películas, muy arriesgadas y apasionantes, mezcladas con mucho spam, con productos que no nos interesan".
En un reciente viaje a Argentina, el realizador vasco apuntó al deseo de hacer realidad un proyecto con el que ya naufragaron cineastas locales como Lucrecia Martel, la adaptación del comic "El eternauta", una intención que tal vez corra la misma suerte que su vieja idea de resucitar a "Santo, el Enmascarado de Plata" para el cine, y por el mismo motivo, su alto coste y la falta de interés de los inversores. "Llevo muchos años detrás de ese proyecto... No tengo la envergadura intelectual para filmar las grandes novelas argentinas, pero quizás sea a través del género del comic que me atreva a filmar una historia argentina. Llevar a la pantalla grande 'El Eternauta' sería fascinante porque, entre muchas otras cosas, no hay humor, una herramienta que uso constantemente para comunicarme. Siempre uso el humor pero, en el fondo, soy un tipo bastante triste. Para hacer la película sólo necesito dinero. Es una cuestión de tener el tiempo para encontrar al talento adecuado y solventar ese pequeño problema que es el capital".
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