Liliana Bravo Bitar: "Ir a un mercado o a un festival sin objetivo es una pérdida de tiempo y además una pérdida de tiempo muy cara"
- por © Mireia Quintana-PRODUCCIONLATINA.com
La productora mexicana Liliana Bravo Bitar está vinculada a distintos ámbitos de la industria del cine como la producción ejecutiva, la gestión, la representación y la distribución. Afincada en España, cuenta con una larga trayectoria en diferentes festivales internacionales. Entre otros, ha colaborado con el de Morelia, Guanajuato y el de Nuevo Cine Latinoamericano de la Habana. Además, fue coordinadora de Producción de Marketing, Patrocinios y Eventos en el de Guadalajara durante 13 años. Desde su dilatada experiencia, que comparte en esta entrevista exclusiva con PRODUCCIONLATINA.com, nos habla de industria, de festivales, de proyectos, de públicos y de las nuevas generaciones que quieren hacer cine.
- ¿Qué tipo de asesoría está aportando usted a jóvenes cineastas?
La asesoría es en varios ámbitos. Uno es en desarrollo, sobre todo cuando van a aplicar a un foro de coproducción, a un encuentro de coproducción o a un subsidio para desarrollo. Revisamos muy bien el proyecto, les asesoro sobre cuestiones como que el proyecto tenga un planteamiento financiero congruente con su presupuesto, con su guion y con la historia. Analizar muy bien por qué quieren hacer una coproducción, si es factible y, sobre todo, revisar los presupuestos para que el proyecto tenga la mayor solidez y sea tomado en cuenta. Y en cuanto a distribución, analizamos la película, vemos qué posibles festivales pueden programarla y qué distribuidor y/o agente de ventas es conveniente para el alcance que tiene.
- ¿Cuál debería ser la estrategia de los nuevos cineastas y productores latinoamericanos de cara a participar en festivales internacionales?
Hay demasiadas historias y los festivales se manejan mucho por tendencias de temas. Creo que el cineasta latinoamericano tiene que ser muy honesto con los presupuestos que puede alcanzar para realizar una película, ser lo suficientemente inteligente para plasmar una historia interesante. En general, en Latinoamérica tenemos guionistas que son directores también. Deben plasmar esa historia bien contada, bien narrada, que fluya, pero sobre todo tienen que ser muy honestos a la hora de narrar y de contar. Sabemos que tenemos influencias de varios cineastas, esto lo pueden tomar como un antecedente, pero deben demostrar que saben contar la historia. A partir de ahí se pueden dar pasos hacia producciones muy ambiciosas. Yo recomendaría que dieran pasos poco a poco y que contaran unas historias muy honestas.
- Usted, además de Ciencias de la Comunicación, que estudió en México, se formó en Producción Cinematográfica en New York, ¿cree que es imprescindible esta formación específica para dedicarse al mundo de la producción?
Creo que no es imprescindible pero sí necesaria. Cuando yo estudié no había especializaciones. Si queremos crear una industria cada vez mayor en nuestros países, está muy bien especificar y determinar los oficios, especializarse. Asistir a escuelas de cine o estudiar algo relacionado con el audiovisual, sensibiliza muy bien. Decimos que con la práctica uno se va dando cuenta del oficio al que quiere llegar o cómo es hacer cine, pero los estudios sí que ayudan. Conozco mucha gente que no ha estudiado cine, que tienen otras carreras, que no tuvieron la oportunidad, o no quisieron, o la vida les llevó a realizar cine sin estar en una escuela, y son muy buenos en su profesión. Para dedicarse al cine hay que tener un perfil muy determinado, mucho corazón, saber bien hacia dónde te quieres mover en determinado tiempo, pero las escuelas no están de más. Estudiar te da antecedentes históricos, te enseña narrativas visuales, te ayuda a conocer más cine, es un elemento que ayuda.
- ¿Cuáles diría que son las diferencias que encuentra desde el punto de vista del trabajo en México y en Europa, donde ahora está afincada?
Lo veo similar, sobre todo en el sentido de levantar los proyectos con los subsidios gubernamentales, mucha competencia y pocas plazas porque el dinero no alcanza para todo. Sin embargo, a pesar de que en México se hacen producciones internacionales, veo que aquí en Europa hay muchísima producción internacional, de Hollywood. Se acaba de filmar en Málaga “Teminator”, en Almería se rodó “Blade Runner”, en Barcelona se filma mucho, también se ha hecho “Juego de Tronos” en España… Hay unas locaciones impresionantes y se busca muchísimo. Europa tiene más poder en cuanto a producciones de esas dimensiones que muy raras veces vemos en nuestros países. Respecto a óperas primas lo veo muy similar, sigo viendo un poco la falta de interés de los chicos en hacer un buen desarrollo. Se ve ese ahínco y están ávidos de firmar y de conseguir el dinero para filmar, pero pocas veces se detienen a pensar en un desarrollo y en lo que va después del rodaje. No veo mucha diferencia salvo que aquí hay más oportunidad de estar en producciones internacionales.
- ¿Qué es lo que más le seduce de un proyecto para querer implicarse en él?
Hay historias muy interesantes. Para que yo me implique en un proyecto me tiene que gustar, evidentemente. Además, tengo que ver la factibilidad, el estado del proyecto, si está a medio, a largo o a corto plazo de lograrse. Siempre hago una pregunta al director, que a veces me la critican, pero para mí es muy importante: ¿Por qué quieres hacer esta película? Su respuesta es esencial porque ahí voy viendo la expectativa que tiene. Y sobre todo veo el corazón que tiene esa persona en hacer esa película, me fijo mucho. No siempre soy yo la mejor persona para hacer ese proyecto o para apoyarlo, porque también uno como productor debe ser muy honesto y conocer sus alcances y limitaciones. Si hay proyectos que me encantan pero no tengo el alcance para hacerlo, les pongo en contacto con gente que puede llevarlo a cabo. Cuando lo tengo soy muy minuciosa, me gusta desarrollarlos muy bien, involucrar a los distribuidores desde el guion, ver quién puede financiarlo, pero también quién puede ver la película o dónde puede estar. Me gusta tener mucha sinergia con el director y el guionista para conocer sus intereses y sus objetivos principales. Al levantar un proyecto te casas con él durante cinco, o inclusive hasta diez años, y hay que tener una sinergia y una relación muy honesta, saber cuándo parar y cuándo seguir adelante, porque no todo es miel sobre hojuelas. Encontramos críticas, a veces por lo que tú apuestas no resulta y tienes que volver a empezar por otro camino y eso empieza a frustrar al director que ya quiere firmar, se empieza a cansar la producción, etc. La honestidad es muy importante con el proyecto, y saberlo dividir muy bien con sus fases: desarrollo, producción, postproducción y la distribución y venta. Si un proyecto me gusta y le veo ese corazón y esa factibilidad, lo tomo y lo hacemos.
- ¿Qué le parece más difícil hoy en día, hacer una película o venderla?
Venderla, porque hay gran demanda de contenidos y hoy las cosas van más rápido que hace 10 o 15 años. Las nuevas generaciones tienen otras formas de ver los contenidos. En mis tiempos, cuando me decían voy a ver una película en el celular, yo decía: esto no es posible, si el cine se ve en el cine. Pero ahora, a veces, por el trabajo o por los viajes tengo que ver en el celular los contenidos que me llegan. Lo más difícil es venderla porque hay mucha competencia y el público escoge qué ver, cuándo y dónde verlo. Ya no es garantía un casting, ni un director, ni el sello de que haya pasado por festivales, sino que realmente se busca al espectador. La parte de distribución, de ventas es la más fría en todo el proceso cinematográfico porque se vende o no se vende. Podrá haber ganado la Palma de Oro, la Semana de la Crítica o el Oso de Berlín pero no se vende. Lo comercial no significa que sea malo o demeritorio, significa que se venda; puede ser una película autoral pero comercial, toda película tiene un nicho y un público. Hay películas muy buenas, que el productor por ser ópera prima, o por falta de experiencia, no le pudo dar salida. Es muy triste gastar tantos años de tu vida, endeudarte o buscar subsidios y que no se vea tu película. Hay que concienciar y sensibilizar mucho a los chicos de que no todo el mundo tiene que ir a Berlín, a Cannes, a San Sebastián, a Toronto, que hay más festivales donde a la película le puede ir muy bien, va a tener más exposición, donde hay prensa especializada, etc. Desde mi experiencia, es mucho más difícil vender.
- ¿Cree que entre los nuevos cineastas se mantiene ese supuesto espíritu creador, un tanto romántico, y alejado de la realidad o, ahora tienen conciencia de que el cine es un negocio en el que hay que estar dispuestos a competir?
Hay de las dos. Les cuesta trabajo pensar que el cine es un negocio, pero se van concienciando cada día más de que también es un producto, aunque a algunos les molesta esa palabra. Está bien que defiendan su proyecto, pero hay que pensar que el cine no es barato, que cuesta muchísimo realizarlo, incluso con subsidios gubernamentales o financiación privada a fondo perdido. Al final es dinero, y para que exista una industria, un negocio, hay que recuperar ese dinero. Nada garantiza el éxito, pero a los jóvenes cineastas les digo que hagan su película, su historia, y mientras, tenemos que buscarle su nicho de festivales y su público. Siguen con ese romanticismo, deciden no cobrar y creen que van a estar en todos los festivales, pero después es muy frustrante. Para ir a un festival tienes que estudiar su línea. Cuando un productor lee un guión empieza a ver imágenes, pero también empieza a pensar quién o cómo lo va a financiar, quién lo va a ver o comprar y cómo lo va hacer. Por ejemplo, hay películas que uno dice: está perfecta, pero si no se hace en inglés, no va a ser factible producirla.
- ¿Qué consejos daría usted a un productor cuya película ha sido seleccionada en un festival internacional?
Que la cuiden mucho. Que aprovechen esta ventana para relacionarse, hacer networking, y dar a conocer su trabajo como productor, el de todo su equipo y el del director. Crear conciencia de que se pueden manejar presupuestos de diferente índole, tanto bajos como altos y, sobre todo, cuidar y escoger un distribuidor que vaya con los intereses tanto de la película como del director, porque a veces por venderla a ciertas plataformas, pierde su recorrido por festivales. También que tenga una ambición real y honesta. De repente quieren hacerse millonarios con una venta y eso no es posible. Que conozcan muy bien el mercado, que se informen para que puedan ser más asertivos y que sepan elegir bien el mejor camino para su película. Pero sobre todo que lo aprovechen, porque estar seleccionado en un festival importante en cualquier sección es un mérito muy loable y hay que aprovecharlo al máximo. Ir a un mercado o a un festival sin objetivo alguno es una pérdida de tiempo y además muy cara. Los productores tenemos que saber muy bien nuestros límites de alcance. No hay que ver como un gasto la contratación de prensa o relaciones públicas para la campaña y la película en el festival, sino como una inversión. En el cine hay que realizar un trabajo de equipo, para que la película llegue a su éxito total. Es muy importante eso, que sepan formar equipos no solamente para el rodaje, también para distribución y difusión. Es lo que yo recomiendo siempre.
- Esta semana sabíamos que una empresa europea, Wild Brunch, está buscando desesperadamente un nuevo socio que le salve de la quiebra. Las salas de arte tienen dificultades para subsistir. ¿Está muriendo el cine de autor? ¿Tiene capacidad de renovación?
Creo que se le debe dar una vuelta. Porque si nosotros que estamos en la industria, vemos una película de autor y no la sabemos apreciar, o si el director no logra captar nuestra atención a los 15-10 minutos, nos levantamos y nos vamos, imagínese el público. La verdad es que tiene que ver mucho con la educación visual que tengamos de cine. Por ejemplo, en México, tenemos una educación de cine de blockbuster, porque tenemos al país vecino y nuestras salas generalmente están llenas de películas muy comerciales. Que no digo que esté mal, pero es la educación que la gente tiene y es lo que ven y en Latinoamérica es igual. Apreciamos poco el cine local, nuestro cine. Y ya si hablamos de cine de autor, la gente cuando lo oye piensa que debe ser aburridísimo, como cuando le dices un documental, ni siquiera lo han visto pero dicen “¡ay no, documental, que aburrido!”. Hay que quitar esos conceptos. Con las plataformas la gente escoge los contenidos, por eso la asistencia a las salas, tanto de cine de arte como comercial, se ha complicado. Por ejemplo, le pregunté a un amigo si había visto el documental “La sal de la tierra” y me dijo que sí, que lo había visto y le había encantado, pero lo hizo en una plataforma, o sea, no fue al cine. Se consume ese cine pero no en las salas. Creo que hay que hacer otros planes de marketing, volver a formar público para asistir a las salas.
- Hablando de evolución, usted ha trabajado en el festival de Guadalajara y conoce muchos festivales más. ¿Hacia qué tipo de modelo de certamen cree que vamos? Algunos están reduciendo secciones, por ejemplo…
Creo que se ha abusado de festivales. No se la cantidad exacta, pero de repente en México hay como 300 festivales de cine. No digo que sean malos, mejores o peores, creo que está bien y es una buena labor. Me gusta mucho, por ejemplo, de Berlín, Cannes, Toronto, San Sebastián o Málaga, que la ciudad y la gente viven los festivales y eso es importante porque forma público, no solo es el glamour de ver a las estrellas en la alfombra roja, que también es lindo y es el alma de muchos de ellos. Los festivales muestran a la gente producciones o contenidos que no van a ver en una sala comercial, muestran un panorama más amplio, frente a los exhibidores habituales que son los que deciden qué es lo que se tiene que ver y lo que no. Está demostradísimo que al público le gustan ese tipo de historias por más raras que sean. En cuestión de industria, para mí son necesarios porque no hay como vivir los proyectos y estar al día, de qué se está viendo más o qué menos, dónde tienes que poner más énfasis, etc. Pero tienen que delimitarse un poquito porque creo que son demasiado amplios. Hay festivales tan grandes, como Guadalajara o Cannes, donde si te dedicas a la sección de mercado o industria, es imposible asistir a las salas porque no alcanza el tiempo. Son importantes, y su función principal es formar públicos y generar industria, pero, sobre todo, tienen que ser una plataforma de apoyo a las nuevas generaciones que quieren hacer cine. No se nos puede olvidar jamás que la gente de industria con más experiencia debe, por ética, guiar a las nuevas generaciones porque a veces uno se encuentra proyectos fascinantes, muy buenos y que están perdidos por falta de conocimiento o por miedo al rechazo de los productores o los distribuidores.
- En México hay una competencia fuerte entre Morelia y Guadalajara y ha irrumpido, también, con fuerza los Cabos. En su opinión, ¿cuál de los festivales mexicanos puede considerarse el de mayor importancia internacional?
Los tres son importantes. Pienso que entre estos festivales no hay competencia porque son muy diferentes entre sí. Guadalajara es el más antiguo de todo México y, tiene su historia, su romanticismo... es el primero de los tres que puso mercado. Nació en 1966 como muestra del cine mexicano y después se amplió a todo el cine iberoamericano. Es muy grande y ha tenido un importante crecimiento auspiciado por la universidad de Guadalajara. Ha sido una plataforma interesante tanto para el cine nacional como para el iberoamericano. Cada año intentan darle una renovación, una frescura y tienen su propia política, creo que son más clásicos. Morelia, aunque no tiene mercado, es un festival muy interesante. Empezó con cortometraje y ahora está muy delimitado, con unos objetivos muy bien marcados. Creo que es el de más proyección internacional porque tiene un convenio con el Festival de Cannes. Si un proyecto gana Morelia, automáticamente va a la Semana de la Crítica y esto es muy interesante para el realizador. Ha tenido muy buena gestión y relación pública, y mucha continuidad con su director. Morelia es más chiquito, la ciudad es más chica, todo se hace en un mismo lugar y eso ayuda en la logística de un festival, como organizador y como invitado. Hay un contacto más directo con el público y a las estrellas invitadas se les puede ver más por la calle. Es algo que ha distinguido mucho a Morelia, junto con el Morelia LAB, una cuna de creadores de la producción latinoamericana muy importante. Es un festival muy fiel a su objetivo y que ha tenido muy buena gestión internacional. Los Cabos, con Alejandra Paulín como nueva directora ejecutiva también tiene un perfil muy definido. Ella ha estado desde los inicios como coordinadora general del festival y también estuvo como directora de mercado de Guadalajara. Creo que ha hecho una buena labor en estos 8 años. Están siempre muy presentes en todos los festivales importantes. Los Cabos y Morelia son más atrevidos, son festivales más jóvenes, que arriesgan con proyectos nuevos y que van bien con la audiencia joven. Por ejemplo, la película “Oso polar”, que ganó Morelia, está hecha con un celular. Guadalajara es un cine más clásico. Guanajuato es otro festival también importante en México, muy dedicado a las nuevas ventanas de distribución, de hacer cine y a los jóvenes universitarios. Es un espacio que hacía mucha falta en el país. Sarah Hoch, la directora, ha hecho una labor titánica por apoyar a esas nuevas generaciones, a esos nuevos talentos. Los chicos universitarios quieren hacer cine y, aunque no tienen una trayectoria, cuentan con su talento y se sienten muy arropados en este certamen. Es el que más les apoya.
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- ¿Qué tipo de asesoría está aportando usted a jóvenes cineastas?
La asesoría es en varios ámbitos. Uno es en desarrollo, sobre todo cuando van a aplicar a un foro de coproducción, a un encuentro de coproducción o a un subsidio para desarrollo. Revisamos muy bien el proyecto, les asesoro sobre cuestiones como que el proyecto tenga un planteamiento financiero congruente con su presupuesto, con su guion y con la historia. Analizar muy bien por qué quieren hacer una coproducción, si es factible y, sobre todo, revisar los presupuestos para que el proyecto tenga la mayor solidez y sea tomado en cuenta. Y en cuanto a distribución, analizamos la película, vemos qué posibles festivales pueden programarla y qué distribuidor y/o agente de ventas es conveniente para el alcance que tiene.
- ¿Cuál debería ser la estrategia de los nuevos cineastas y productores latinoamericanos de cara a participar en festivales internacionales?
Hay demasiadas historias y los festivales se manejan mucho por tendencias de temas. Creo que el cineasta latinoamericano tiene que ser muy honesto con los presupuestos que puede alcanzar para realizar una película, ser lo suficientemente inteligente para plasmar una historia interesante. En general, en Latinoamérica tenemos guionistas que son directores también. Deben plasmar esa historia bien contada, bien narrada, que fluya, pero sobre todo tienen que ser muy honestos a la hora de narrar y de contar. Sabemos que tenemos influencias de varios cineastas, esto lo pueden tomar como un antecedente, pero deben demostrar que saben contar la historia. A partir de ahí se pueden dar pasos hacia producciones muy ambiciosas. Yo recomendaría que dieran pasos poco a poco y que contaran unas historias muy honestas.
- Usted, además de Ciencias de la Comunicación, que estudió en México, se formó en Producción Cinematográfica en New York, ¿cree que es imprescindible esta formación específica para dedicarse al mundo de la producción?
Creo que no es imprescindible pero sí necesaria. Cuando yo estudié no había especializaciones. Si queremos crear una industria cada vez mayor en nuestros países, está muy bien especificar y determinar los oficios, especializarse. Asistir a escuelas de cine o estudiar algo relacionado con el audiovisual, sensibiliza muy bien. Decimos que con la práctica uno se va dando cuenta del oficio al que quiere llegar o cómo es hacer cine, pero los estudios sí que ayudan. Conozco mucha gente que no ha estudiado cine, que tienen otras carreras, que no tuvieron la oportunidad, o no quisieron, o la vida les llevó a realizar cine sin estar en una escuela, y son muy buenos en su profesión. Para dedicarse al cine hay que tener un perfil muy determinado, mucho corazón, saber bien hacia dónde te quieres mover en determinado tiempo, pero las escuelas no están de más. Estudiar te da antecedentes históricos, te enseña narrativas visuales, te ayuda a conocer más cine, es un elemento que ayuda.
- ¿Cuáles diría que son las diferencias que encuentra desde el punto de vista del trabajo en México y en Europa, donde ahora está afincada?
Lo veo similar, sobre todo en el sentido de levantar los proyectos con los subsidios gubernamentales, mucha competencia y pocas plazas porque el dinero no alcanza para todo. Sin embargo, a pesar de que en México se hacen producciones internacionales, veo que aquí en Europa hay muchísima producción internacional, de Hollywood. Se acaba de filmar en Málaga “Teminator”, en Almería se rodó “Blade Runner”, en Barcelona se filma mucho, también se ha hecho “Juego de Tronos” en España… Hay unas locaciones impresionantes y se busca muchísimo. Europa tiene más poder en cuanto a producciones de esas dimensiones que muy raras veces vemos en nuestros países. Respecto a óperas primas lo veo muy similar, sigo viendo un poco la falta de interés de los chicos en hacer un buen desarrollo. Se ve ese ahínco y están ávidos de firmar y de conseguir el dinero para filmar, pero pocas veces se detienen a pensar en un desarrollo y en lo que va después del rodaje. No veo mucha diferencia salvo que aquí hay más oportunidad de estar en producciones internacionales.
- ¿Qué es lo que más le seduce de un proyecto para querer implicarse en él?
Hay historias muy interesantes. Para que yo me implique en un proyecto me tiene que gustar, evidentemente. Además, tengo que ver la factibilidad, el estado del proyecto, si está a medio, a largo o a corto plazo de lograrse. Siempre hago una pregunta al director, que a veces me la critican, pero para mí es muy importante: ¿Por qué quieres hacer esta película? Su respuesta es esencial porque ahí voy viendo la expectativa que tiene. Y sobre todo veo el corazón que tiene esa persona en hacer esa película, me fijo mucho. No siempre soy yo la mejor persona para hacer ese proyecto o para apoyarlo, porque también uno como productor debe ser muy honesto y conocer sus alcances y limitaciones. Si hay proyectos que me encantan pero no tengo el alcance para hacerlo, les pongo en contacto con gente que puede llevarlo a cabo. Cuando lo tengo soy muy minuciosa, me gusta desarrollarlos muy bien, involucrar a los distribuidores desde el guion, ver quién puede financiarlo, pero también quién puede ver la película o dónde puede estar. Me gusta tener mucha sinergia con el director y el guionista para conocer sus intereses y sus objetivos principales. Al levantar un proyecto te casas con él durante cinco, o inclusive hasta diez años, y hay que tener una sinergia y una relación muy honesta, saber cuándo parar y cuándo seguir adelante, porque no todo es miel sobre hojuelas. Encontramos críticas, a veces por lo que tú apuestas no resulta y tienes que volver a empezar por otro camino y eso empieza a frustrar al director que ya quiere firmar, se empieza a cansar la producción, etc. La honestidad es muy importante con el proyecto, y saberlo dividir muy bien con sus fases: desarrollo, producción, postproducción y la distribución y venta. Si un proyecto me gusta y le veo ese corazón y esa factibilidad, lo tomo y lo hacemos.
- ¿Qué le parece más difícil hoy en día, hacer una película o venderla?
Venderla, porque hay gran demanda de contenidos y hoy las cosas van más rápido que hace 10 o 15 años. Las nuevas generaciones tienen otras formas de ver los contenidos. En mis tiempos, cuando me decían voy a ver una película en el celular, yo decía: esto no es posible, si el cine se ve en el cine. Pero ahora, a veces, por el trabajo o por los viajes tengo que ver en el celular los contenidos que me llegan. Lo más difícil es venderla porque hay mucha competencia y el público escoge qué ver, cuándo y dónde verlo. Ya no es garantía un casting, ni un director, ni el sello de que haya pasado por festivales, sino que realmente se busca al espectador. La parte de distribución, de ventas es la más fría en todo el proceso cinematográfico porque se vende o no se vende. Podrá haber ganado la Palma de Oro, la Semana de la Crítica o el Oso de Berlín pero no se vende. Lo comercial no significa que sea malo o demeritorio, significa que se venda; puede ser una película autoral pero comercial, toda película tiene un nicho y un público. Hay películas muy buenas, que el productor por ser ópera prima, o por falta de experiencia, no le pudo dar salida. Es muy triste gastar tantos años de tu vida, endeudarte o buscar subsidios y que no se vea tu película. Hay que concienciar y sensibilizar mucho a los chicos de que no todo el mundo tiene que ir a Berlín, a Cannes, a San Sebastián, a Toronto, que hay más festivales donde a la película le puede ir muy bien, va a tener más exposición, donde hay prensa especializada, etc. Desde mi experiencia, es mucho más difícil vender.
- ¿Cree que entre los nuevos cineastas se mantiene ese supuesto espíritu creador, un tanto romántico, y alejado de la realidad o, ahora tienen conciencia de que el cine es un negocio en el que hay que estar dispuestos a competir?
Hay de las dos. Les cuesta trabajo pensar que el cine es un negocio, pero se van concienciando cada día más de que también es un producto, aunque a algunos les molesta esa palabra. Está bien que defiendan su proyecto, pero hay que pensar que el cine no es barato, que cuesta muchísimo realizarlo, incluso con subsidios gubernamentales o financiación privada a fondo perdido. Al final es dinero, y para que exista una industria, un negocio, hay que recuperar ese dinero. Nada garantiza el éxito, pero a los jóvenes cineastas les digo que hagan su película, su historia, y mientras, tenemos que buscarle su nicho de festivales y su público. Siguen con ese romanticismo, deciden no cobrar y creen que van a estar en todos los festivales, pero después es muy frustrante. Para ir a un festival tienes que estudiar su línea. Cuando un productor lee un guión empieza a ver imágenes, pero también empieza a pensar quién o cómo lo va a financiar, quién lo va a ver o comprar y cómo lo va hacer. Por ejemplo, hay películas que uno dice: está perfecta, pero si no se hace en inglés, no va a ser factible producirla.
- ¿Qué consejos daría usted a un productor cuya película ha sido seleccionada en un festival internacional?
Que la cuiden mucho. Que aprovechen esta ventana para relacionarse, hacer networking, y dar a conocer su trabajo como productor, el de todo su equipo y el del director. Crear conciencia de que se pueden manejar presupuestos de diferente índole, tanto bajos como altos y, sobre todo, cuidar y escoger un distribuidor que vaya con los intereses tanto de la película como del director, porque a veces por venderla a ciertas plataformas, pierde su recorrido por festivales. También que tenga una ambición real y honesta. De repente quieren hacerse millonarios con una venta y eso no es posible. Que conozcan muy bien el mercado, que se informen para que puedan ser más asertivos y que sepan elegir bien el mejor camino para su película. Pero sobre todo que lo aprovechen, porque estar seleccionado en un festival importante en cualquier sección es un mérito muy loable y hay que aprovecharlo al máximo. Ir a un mercado o a un festival sin objetivo alguno es una pérdida de tiempo y además muy cara. Los productores tenemos que saber muy bien nuestros límites de alcance. No hay que ver como un gasto la contratación de prensa o relaciones públicas para la campaña y la película en el festival, sino como una inversión. En el cine hay que realizar un trabajo de equipo, para que la película llegue a su éxito total. Es muy importante eso, que sepan formar equipos no solamente para el rodaje, también para distribución y difusión. Es lo que yo recomiendo siempre.
- Esta semana sabíamos que una empresa europea, Wild Brunch, está buscando desesperadamente un nuevo socio que le salve de la quiebra. Las salas de arte tienen dificultades para subsistir. ¿Está muriendo el cine de autor? ¿Tiene capacidad de renovación?
Creo que se le debe dar una vuelta. Porque si nosotros que estamos en la industria, vemos una película de autor y no la sabemos apreciar, o si el director no logra captar nuestra atención a los 15-10 minutos, nos levantamos y nos vamos, imagínese el público. La verdad es que tiene que ver mucho con la educación visual que tengamos de cine. Por ejemplo, en México, tenemos una educación de cine de blockbuster, porque tenemos al país vecino y nuestras salas generalmente están llenas de películas muy comerciales. Que no digo que esté mal, pero es la educación que la gente tiene y es lo que ven y en Latinoamérica es igual. Apreciamos poco el cine local, nuestro cine. Y ya si hablamos de cine de autor, la gente cuando lo oye piensa que debe ser aburridísimo, como cuando le dices un documental, ni siquiera lo han visto pero dicen “¡ay no, documental, que aburrido!”. Hay que quitar esos conceptos. Con las plataformas la gente escoge los contenidos, por eso la asistencia a las salas, tanto de cine de arte como comercial, se ha complicado. Por ejemplo, le pregunté a un amigo si había visto el documental “La sal de la tierra” y me dijo que sí, que lo había visto y le había encantado, pero lo hizo en una plataforma, o sea, no fue al cine. Se consume ese cine pero no en las salas. Creo que hay que hacer otros planes de marketing, volver a formar público para asistir a las salas.
- Hablando de evolución, usted ha trabajado en el festival de Guadalajara y conoce muchos festivales más. ¿Hacia qué tipo de modelo de certamen cree que vamos? Algunos están reduciendo secciones, por ejemplo…
Creo que se ha abusado de festivales. No se la cantidad exacta, pero de repente en México hay como 300 festivales de cine. No digo que sean malos, mejores o peores, creo que está bien y es una buena labor. Me gusta mucho, por ejemplo, de Berlín, Cannes, Toronto, San Sebastián o Málaga, que la ciudad y la gente viven los festivales y eso es importante porque forma público, no solo es el glamour de ver a las estrellas en la alfombra roja, que también es lindo y es el alma de muchos de ellos. Los festivales muestran a la gente producciones o contenidos que no van a ver en una sala comercial, muestran un panorama más amplio, frente a los exhibidores habituales que son los que deciden qué es lo que se tiene que ver y lo que no. Está demostradísimo que al público le gustan ese tipo de historias por más raras que sean. En cuestión de industria, para mí son necesarios porque no hay como vivir los proyectos y estar al día, de qué se está viendo más o qué menos, dónde tienes que poner más énfasis, etc. Pero tienen que delimitarse un poquito porque creo que son demasiado amplios. Hay festivales tan grandes, como Guadalajara o Cannes, donde si te dedicas a la sección de mercado o industria, es imposible asistir a las salas porque no alcanza el tiempo. Son importantes, y su función principal es formar públicos y generar industria, pero, sobre todo, tienen que ser una plataforma de apoyo a las nuevas generaciones que quieren hacer cine. No se nos puede olvidar jamás que la gente de industria con más experiencia debe, por ética, guiar a las nuevas generaciones porque a veces uno se encuentra proyectos fascinantes, muy buenos y que están perdidos por falta de conocimiento o por miedo al rechazo de los productores o los distribuidores.
- En México hay una competencia fuerte entre Morelia y Guadalajara y ha irrumpido, también, con fuerza los Cabos. En su opinión, ¿cuál de los festivales mexicanos puede considerarse el de mayor importancia internacional?
Los tres son importantes. Pienso que entre estos festivales no hay competencia porque son muy diferentes entre sí. Guadalajara es el más antiguo de todo México y, tiene su historia, su romanticismo... es el primero de los tres que puso mercado. Nació en 1966 como muestra del cine mexicano y después se amplió a todo el cine iberoamericano. Es muy grande y ha tenido un importante crecimiento auspiciado por la universidad de Guadalajara. Ha sido una plataforma interesante tanto para el cine nacional como para el iberoamericano. Cada año intentan darle una renovación, una frescura y tienen su propia política, creo que son más clásicos. Morelia, aunque no tiene mercado, es un festival muy interesante. Empezó con cortometraje y ahora está muy delimitado, con unos objetivos muy bien marcados. Creo que es el de más proyección internacional porque tiene un convenio con el Festival de Cannes. Si un proyecto gana Morelia, automáticamente va a la Semana de la Crítica y esto es muy interesante para el realizador. Ha tenido muy buena gestión y relación pública, y mucha continuidad con su director. Morelia es más chiquito, la ciudad es más chica, todo se hace en un mismo lugar y eso ayuda en la logística de un festival, como organizador y como invitado. Hay un contacto más directo con el público y a las estrellas invitadas se les puede ver más por la calle. Es algo que ha distinguido mucho a Morelia, junto con el Morelia LAB, una cuna de creadores de la producción latinoamericana muy importante. Es un festival muy fiel a su objetivo y que ha tenido muy buena gestión internacional. Los Cabos, con Alejandra Paulín como nueva directora ejecutiva también tiene un perfil muy definido. Ella ha estado desde los inicios como coordinadora general del festival y también estuvo como directora de mercado de Guadalajara. Creo que ha hecho una buena labor en estos 8 años. Están siempre muy presentes en todos los festivales importantes. Los Cabos y Morelia son más atrevidos, son festivales más jóvenes, que arriesgan con proyectos nuevos y que van bien con la audiencia joven. Por ejemplo, la película “Oso polar”, que ganó Morelia, está hecha con un celular. Guadalajara es un cine más clásico. Guanajuato es otro festival también importante en México, muy dedicado a las nuevas ventanas de distribución, de hacer cine y a los jóvenes universitarios. Es un espacio que hacía mucha falta en el país. Sarah Hoch, la directora, ha hecho una labor titánica por apoyar a esas nuevas generaciones, a esos nuevos talentos. Los chicos universitarios quieren hacer cine y, aunque no tienen una trayectoria, cuentan con su talento y se sienten muy arropados en este certamen. Es el que más les apoya.
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